Hace casi un año que comencé un árbol de la vida mexicano. El proyecto nació del propósito de narrar un cuento popular (La zorra curandera, recogido de la tradición popular rusa por Afanasiev) usando una estructura tradicional no secuencial. El reto de que tomara la forma de un árbol de cerámica surgió de Gustavo Puerta en un taller de la Escuela Peripatética de LIJ.
Podéis ver el inicio del proyecto en un post anterior (aquí) y podréis ver el resultado en La Cala de Chodes (aquí) el próximo 1 de noviembre, donde expongo junto a mis compañeras de curso Juliana Salcedo (retablo) y Karishma Chugani (kavaad), y además con nuestro premio nacional Elena Odriozola (retablo).
No deseo desvelar nada, creo que la magia de cada uno de los objetos que mis compañeras han realizado debe ser apreciado físicamente… No basta una imagen, la magia sucede al revelarse su tridimensionalidad.
No sé exactamente qué me llena más de satisfacción: la oportunidad de exponer mi proyecto junto al trabajo maravilloso de mis compañeras de exposición, el cual he tenido el privilegio de apreciar en distintos momentos de creación y me ha llenado de admiración y respeto; o el haber sido capaz de llevar mi ilustración al volumen y a la tridimensionalidad, a trabajar con un material totalmente desconocido para mí como la arcilla, y a conocer las raíces de un objeto tan mágico como el árbol de la vida.
Por si todo esto fuera poco, la inauguración de la exposición Retablo, retablo, kavaad, árbol coincide con la fiesta de clausura del décimo aniversario de La Cala de Chodes, un espacio creativo y artístico donde se promueve la observación, el análisis y la creación.