El último taller que realicé en la Escuela Peripatética de LIJ consistió en apropiarnos del QUÉ y el CÓMO de un objeto que nosotros escogiéramos. El fin era poder provocar el asombro que nosotros encontrábamos en ese objeto a través de su análisis y así poder formular proyectos de no ficción que despertaran el interés y la fascinación. Yo escogí la máscara, Rangda:

“Era caracterizada invariablemente como una anciana monstruosa, con rayas negras pintadas sobre su cuerpo blanco y desnudo. Anillos de pelambre negro rodeaban sus largos senos colgantes, hechos en forma realista con bolsas de tela rellenas de aserrín. Estaba completamente cubierta por su cabellera blanca, que le llegaba hasta los pies, y sólo asomaban los ojos saltones y los colmillos torcidos de su máscara. Su lengua colgaba de fuera; la representaba una tira de cuero de 60 centímetros de largo pintada de rojo que terminaba en llamas doradas. Otro chorro de llamas le salía de la parte superior de la cabeza. Llevaba guantes blancos con inmensas garras y en la mano derecha sostenía la tela blanca detrás de la que escondía su horrible rostro para poder acercarse a sus víctimas sin que estas sospecharan.”

(Miguel de Covarrubias, La isla de Bali, )

Hay muchas historias asociadas a Rangda y que pertenecen a la tradición oral y mitológica de Bali. La más extendida nos habla de Calon Arang, una poderosa bruja viuda cuyo conocimiento se concentraba en un libro de hechizos de magia negra. Vivía apartada por su mal carácter y su hija Ratna, aunque era bella, no conseguía marido que quisiera tener a su madre por suegra. Calon Arang, furiosa, secuestró una joven aldeana y la sacrificó a la diosa Durga. Al día siguiente la gente enfermaba por la mañana y a la noche ya estaba muerta. El río creció e inundó la aldea arrasando las cosechas y las casas. El rey Airlangga ordenó a sus soldados matar a la bruja. Una noche se acercaron a su hogar y la apuñalaron varias veces mientras dormía, sin embargo Calon Arang se levantó ilesa y devoró con su fuego a los soldados. Fue entonces al cementerio y desenterró a los aldeanos muertos por la epidemia y la inundación, luego los cortó en pedazos, devoró sus extremidades y se puso sus entrañas como collares.

El consejero del rey, que era un hombre santo, Empú Bharada, apaciguó a Calon Arang mandando a su discípulo, Empu Bahula, a pedir la mano de la joven Ratna. La boda duró siete días y siete noches pero cuando Calon Arang se relajó Bahula robó el libro de hechizos y se lo llevó a su maestro, quien lo usó para retar a la bruja y finalmente darle muerte. Tras esto Calon Arang volvería a la vida bajo el monstruoso aspecto de Rangda.

Rangda, que en occidente puede resultarnos un ser monstruoso, es respetada por los balineses por su poder y venerada en algunas zonas como fuerza protectora, quizás por llegar a degradar su propio ser para luchar contra el repudio y la negación de la sabiduría de las artes ocultas y más profundas de Bali.

Lo que más me ha reportado este taller no ha sido ponerme una máscara, sino encontrar su verdadero matiz mágico, la razón por la que una máscara es capaz de sacar aquello que no mostramos, nuestra naturaleza oculta.

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