Reconozco que Richard Dadd me estremece. En sus escenas de increíble calidad y de gran virtusismo siempre hay algo perturbador. A veces es la espera de que algo va a acontecer, otras es la necesidad de llenar cada hueco con escenas, en ningún caso fortuitas, que nos habla de un bullicio que no vemos ni oimos, pero que está presente en otro plano.

Este mes ilustro un poema de José Luis Zerón dedicado a la obra The Fairy Feller’s Master-Stroke de Richard Dadd.

Este número os guarda páginas muy interesantes como la obra de Laura Wächter o Kate O’Hara y un fantástico relato de Gustavo Iglesias. Podéis leerlo aquí.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.